Símbolo

Símbolo deriva del griego antiguo sumballo, que signivica "correlacionar, corresponder, poner a la par una cosa con otra".

El símbolo es cualitativamente inverso (o complementario, según sea el punto de vista) a la señal. Aunque se manifiesta en el mundo material mediante una forma, sea ésta de índole sonora, táctil, visual, etc, apunta hacia la psique del ser humano, y por extensión, hacia el mundo de las ideas o de aquello que es concebido trascendente a lo material. No apunta hacia la contingencia, que es la finalidad de la señal; tampoco apunta hacia la mera intelección, idónea para manejar imágenes o signos; sino hacia aquello que la mente intuye como verdades o ideas eternas arqutípicas, o dicho en otras palabras, está en el más alto umbral de la comprensión humana.

Se han escrito toneladas de papel sobre simbolismo, sobre su interpretación genérica y la interpretación en particular de ellos. Una gran cantidad de esto es una colección de insensateces, sin ninguna conexión con el sentido tradicional del término.

En primer lugar, para interpretar un símbolo de una cultura X se debe estar familiarizado con sus signos, sus escrituras, y en particular sus escrituras sagradas, pues éstas aportan el contexto cosmogónico en el cual el símbolo o los símbolos se desempeñan e interactúan en dicha cultura y su comprensión del cosmos. Se debe conocer el idioma. Esto conlleva una gran cantidad de esfuerzo y estudio acerca de toda la información básica indispensable y pormenorizada para la interpretación simbólica de UNA cultura. Pretender estudiar en profundidad los símbolos de una cultura sin sumergirse en la cultura misma, pretendiendo estudiarlos desde una cultura ajena, resulta en un injerto que no dará frutos.

En segundo lugar, la interpretación del símbolo requiere que el proceso intelectivo sea desempeñado por ambos hemisferios cerebrales. La cultura Occidental en contrario, sólo favorece el desarrollo del hemisferio izquierdo, intelectivo-asociativo, a costas o desmedro del derecho, el creativo, intuitivo o inspirado. En verdad ninguno es mejor que el otro; ambos son necesarios; la prevalencia de uno sobre otro indica una falencia, y en casos extremos una hipertrofia. Cuando percibimos un símbolo, tenemos que tener en cuenta que éste ha sido creado por una mente equilibrada y desarrollada.

Cuando percibimos un símbolo, lo percibimos por medio de los dos hemisferios, y ambos hacen una lectura de ello, en el idioma y en el tono que les es inherente a cada uno. De no mediar una comunicación fluída entre ambos, el intelecto no puede comprender la emoción, ni viceversa. De prevalecer el hemisferio derecho, lo emotivo o intuitivo es desechado, y se tiende a analizar el símbolo como si se tratase de revisar las piezas de un mecanismo, o de asociarlo con otras cosas semejantes en forma, aunque la relación sea evidentemente absurda.

Para el caso del desarme de las partes, es necesario destacar que un símbolo es ante todo una obra de arte armoniosa, conlleva un mensaje: tanto en sus partes como en el todo; y que posee un alcance holístico, en el cual la suma de las partes no es igual al todo, pues la armónica coexistencia entre partes produce un todo cualitativamente superior, el cual no es "otro elemento compositivo más".

En ocasiones los símbolos son estudiados como analogías, utilizando para ello el pensamiento asociativo. Se trata de ver en el símbolo un dibujo abstracto sobre un objeto material, pretendiendo interpretar al símbolo como si se tratase de una señal. Esto es rebajar la profundidad cualitativa del símbolo. Un símbolo puede evocar un objeto material, aunque no es la norma. Daré un ejemplo: he podido leer más de una vez, cuando se estudia una espiral grabada en piedra, en las pareces de alguna cueva, o en lo alto de un cerro, sea Celta, o Inca o Azteca, que se trata indudablemente de "un símbolo cósmico" pues se asemeja a una galaxia en espiral. Esto quizá revela la ignorancia del intérprete. ¡Sólo para nuestra cultura moderna, que ha visto una galaxia por el telescopio, podría tener tal significado! Quizá el símbolo sólo indicaba: "Éste es un buen lugar para echarse una fumada" con algún psicotrópico, por supuesto.

En caso de prevalecer el hemisferio derecho, sólo se atenderá a su forma y estética; en cómo afecta emocionalmente su percepción: si luce bonito, o qué efecto o impresión causa, qué emociones despierta. Incluso habá una tendencia a resaltar sus trazos, estética, hallando en ellos un falso - y quizá hasta grotesco - sentido mistidoide, atribuyendo al símbolo de una radiación imaginaria, resultado de ansiedades, espectativas, deseos e imaginación.

La palabra estética es adecuada para describir la situación: viene del griego aistesis, que significa "reacción, tipo de respuesta provocada". Si los aspectos puramente intelectivos son percibidos por el hemisferio derecho, serán inmediatamente desechados; no hay 'emoción' para extraer de ellos: se dice, por ejemplo: tiene demasiada geometría, o es algo muy frío.

El diseño de todo símbolo está fundamentado en la geometría: en el punto, la línea, la curva, la simetría y proporción. Quizá sea geométricamente puro; quizá su geometría sea una estructura subyacente, oculta por trazos más libres. Pero en el símbolo no hay tal cosa como trazos "azarosos" sin fundamento funcional, producidos por lo que los amantes de los arrebatos emocionales llamarían "inspiración"; aunque esto no sea en realidad inspiración, sino inestabilidad e ignorancia emocional. En verdad existe inspiración en el símbolo, pero no surge del propio intérprete, sino de una fuerte de orden superior. Lo único que puede hacer el intérprete es estar armonizado, cerebralmente dispuesto para sintonizar con un orden de ideas suprahumano.

Cada hemisferio percibe en su propio idioma. Si entre ambos hay comunicación, tiene lugar lo que podríamos llamar "inteligencia emocional" y "emociones inteligentes". Es como nuestra visión binocular: mediante los dos ojos podemos ver tridimensionalmente. Mediante el pensamiento binocular, podríamos facilitar el desarrollo de una dimensión extra, que es invisible en el caso del desarrollo cerebral unilateral.

La interpretación del símbolo, necesaria para su aprovechamiento, conlleva la utilización de una capacidad extendida de la mente. En particular a la capacidad de intelección humana y de reconocimiento del mundo, el cual está basado en la percepción binocular de la vista. Así como para ver los objetos y localizarlos en el espacio nos ayudamos de la visión binocular, extendemos esta capacidad a la intelectualización, en donde cotejamos, discriminamos, comparamos los hechos de la vida a partir de la superposición de ideas ligeramente diferentes, de diferentes puntos de vista, fusionándolas para obtener un mejor panorama. No extremadamente diferentes, pues al igual que la dispocición de nuestros ojos no es extrema, así también el juego de opuestos resulta en este esquema de pensamiento totalmente irreconciliable entre las partes, quedando en eso: oposición.

El símbolo eleva esta capacidad de la mente a un nivel cualitativamente superior, pues su interpretación no puede ser dada en términos puramente ideológicos, o sentimentalistas, sino por la contrastación de estados o condiciones absolutamente individuales e independientes surgidas de una percepción e intelección estereocerebral.

Imaginemos ambos hemisferios cerebrales: cada uno tiene un modo de procesar una misma información de una manera muy propia: el izquierdo el aspecto intelectivo-asociativo-memoria, el derecho el emotivo-creativo-perceptivosomático. Ahora, en condiciones en que una cultura fomentase el desarrollo equilibrado del cerebro, cada hemisferio debería de haber recibido el entrenamiento adecuado para extender parte de sus neuronas
(Se ha comprobado que las neuronas extienden sus ramificaciones, y se interrelacionan rápidamente en término de días o semanas con otras neuronas si es necesario desarrollar una nueva destreza) hacia el otro hemisferio, como se extiende una ramificación lateral de un árbol. Ahora, cada hemisferio seguiría pensado en sus propios términos, pero no está aislado: puede enterarse de qué piensa el otro lado, interpretando en su propio "idioma" los procesos que el vecino elaboró: el izquierdo por ejemplo, percibirá las emociones que procesa el derecho, pero las codificará en su versión "intelectiva" y el derecho percibirá lo "intelectivo" y lo codificará en su versión "perceptivo-emocional"; dando lugar entonces a las emociones inteligentes y a la inteligencia emocional. Esto conllevaría una retroalimentación, que equivaldría a poner un espejo frente a otro.

A su vez, esta doble percepción combinada es vuelta a fusionar para dar lugar a un pensamiento unificado, proceso que probablemente se desarrolle en lo más interno del cerebro, en la zona límbica, donde se halla un tupido cableado en forma de X que conecta ambos hemisferios.

Es posible ir un paso más allá: no ya mediante la superposición de ideas y sensaciones, sino mediante la superposición de conjuntos enteros de conocimientos alojados en ambos hemisferios cerebrales los cuales albergan sobre una misma percepción interpretaciones o modulaciones de naturaleza independiente y complementaria, añadiendo una dimensión extra a lo percibido. Esta es la base de la contemplación, donde la percepción estereoscópica trabaja con conceptos complejos, y no con imágenes congeladas. En esto la escritura china lleva una gran ventaja, pues está organizada mediante el manejo de conceptos, que al ser combinados dan origen a otros, que son derivaciones o mutaciones de éstos, o bien más abarcativos.

Desde el punto de vista tradicional hay referencias a esta capacidad extendida. En el yoga, el séptimo chakra es llamado Sahasrara Chakra (en sánscrito: Rueda de mil rayos) se le ubica en lo más interno del cerebro; afirman que cuando está desarrollado, extiende sus ramificaciones a todo el cerebro como un árbol. Implica el pináculo de la perfeción humana.

En la tradición Sufi, existe idéntico concepto, al cual se lo llama Jafi o Ajfi (en árabe: Secreto Arcano o Profundamente Oculto). Idénticamente, el Jafi se corresponde con la última etapa del progreso y perfeccionamiento de la psiquis del hombre. Cabría agregar que un sinónimo de Jafi es Gain, el cual quiere decir secreto arcano, última letra del alfabeto y mil. Precisamente, la misma idea del término sánscrito.

Y debido al alto origen del símbolo y a la naturaleza humana, junto con el estudio de la realidad del símbolo es necesario analizar la naturaleza de la percepción humana.