Señal

Señal es aquello que, como la palabra indica, señala. Ésta puede ser escrita, verbal, visual, o en cualquier otra forma perceptible al intelecto; indicando la presencia, proximidad o dirección de una cosa o idea. Por ejemplo: una señal de cruz en la ruta indica un cruce; los colores estridentes de un insecto seguramente nos avisa que es ponzoñoso; o la lectura que hacemos de los gestos y actitudes de otra persona pueden servirnos para percibir sutilezas acerca de ella. Estos son algunos ejemplos de señales, y de ellos se intuye que es posible una amplia categorización de ellos tanto en su origen como en su importancia relativa y objetiva y en su jerarquía.

El ámbito en donde se aplica y desarrola la señal es el mundo ordinario, pues indica el advenimiento o presencia de una cosa o hecho; por sí mismo no adquiere la presencia de lo que indica, es decir que no tiene transustanciación; no está fundido con aquello que evoca, tornándose indistinguible de ello. Por el contrario, es un indicativo, por el hecho de que no confundimos aquello que evoca con lo evocado. Un cartel en la ruta con el dibujo de una vaca no es confundida con la vaca; asumimos su proximidad, y su eventual y peligrosa realidad de chocar con ella en medio del camino.

La señal apunta hacia el mundo y a sus contingencias, sean éstas de orden personal o extrapersonal: es decir tanto a lo que nos rodea como a lo experimentado vivencialmente. Está referido a la eventualidad, al mundo que está en constante cambio y transformación; y requiere de un intérprete que sepa, si no interpretar totalmente, al menos percibir en algún nivel el mensaje.

Sin un intérprete, la señal es algo inútil. Su finalidad es la de advenir; es decir: indicar la naturaleza de lo que viene. Es un instrumento de conocimiento, de información, de anticipación a una eventualidad, circunstancia o hecho potencialmente posible.

El ideario colectivo asume que la señal es una invención humana, que sólo ayudaría para hacer carteles indicadores. Esto es colocarlo en un marco de existencia muy pequeño; pues el universo entero y todo lo que contiene está poblado de señales. Sólo falta saberlas interpretar. Son síntomas. La caída de una manzana fue para Newton una señal lo suficientemente fuerte como para estimularlo a elaborar su teoría de gravitación universal.

Y así como la señal no es una exclusividad humana, tampoco lo es su interpretación; pues ¿cómo saben las hormigas con tres días de anticipación que lloverá? El hombre de campo, adaptado plenamente a su entorno y que sabe interpretar estas señales tan bien como otros animales, observa a su vez a las hormigas, y viendo que de un día para otro en el prado han aparecido numerosos y pequeños montículos de tierra, y dice: "¡Ahá! habrá una lluvia torrencial en dos días" Pues sabe que se trata de los desagües y muros que levantan las hormigas para evitar una inundación en su hormigero.

En lo referente a la capacidad de predicción de los paisanos, puedo contar una anécdota: ocurrió hace unos 15 años. Era exactamente el mediodía de un día soleado, con algunas nubes; salí a la puerta de mi casa, y en ese momento comenzó a llover erráticamente. En eso pasa un gaucho, vestido con las ropas de usanza -cosa poco común de ver- lo cual indicaba que seguramente había pasado toda su vida en el campo. Y me dice bonachonamente, y con toda confianza, como si fuese un conocido: "hoy va a llover todo el día" lo cual me pareció pesimista, además de exagerado. Le pregunté cómo sabía eso. Me respondió: "el sol está en el cenit. Si comienza a llover en ese instante, llueve todo el día hasta el atardecer". Me explicó salvedades, y algunas cosas más, que exeden la naturaleza de este artículo. Y se fue. Media hora más tarde, estaba lloviendo a baldes, y llovió hasta el atardecer.

La señal, entonces, adviene e indica -o implica- una acción a seguir sea para evitar o acceder a un evento. Su ámbito es un momento determinado: lugar y tiempo; es decir contingencia.