Sobre el Ornamento y su Función

por Jorge Lupin

Las obras de arte generalmente son ornamentales o están ornamentadas en alguna forma. La palabra ornamento viene del latín ornamentum que significa honor, distinción, armamento, instrumento, equipamiento, decoración. De aquí viene el sentido de la palabra condecorar, condecoración, como ritual de elevación en rango o valía de un militante.

Frecuentemente los oficios manuales recurrren para la decoración de sus obras a la ornamentación ya existente surgida de fuentes arquitectónicas, pues estas construcciones a su vez se fundamentan en el florecimiento filosófico, religioso y cultural de una civilización; como indígena americana, egipcia, hindú, oriental, clásica o del renacimiento; aunque en la actualidad su aplicación sólo se asume como un recurso o excusa para su embellecimiento; quedando reducido a una mera función de adorno, "para que quede lindo".

En cambio todos los estilos artísticos desde la remota antigüedad hasta el renacimiento se han valido de la ornamentación como un medio simbólico para expresar conceptos, atributos o cualidades. Por tanto, la ornamentación no debería limitarse a embellecer algo carente de adorno, sino para incrementar la naturaleza de la obra, haciéndola más efectiva otorgándole caracterización, fuerza expresiva y mensaje simbólico trascendente.

Cuando se han perdido u olvidado los orígenes del ornamento, la decoración deviene en sofisticación ignorante del contenido y función de la obra. Así, el ornamento queda despojado de su función primordial que es servir como símbolo para expresar por medio de imágenes un concepto o conceptos de naturaleza ética, moral, social, cultural, religiosa o filosófica; y en donde la estética no es el fin, sino el medio expresivo a través del cual la finalidad última es transmitida.

No se trata de excluir el embellecimiento, sino de utilizarlo originalmente (no sólo hablo del obvio sentido de esta palabra, sino de recuperar el sentido original) sabiendo qué se está diciendo al emplearlo. Quien quisiera trabajar creativamente con él debería intentar adentrarse en su idioma alegórico, aunque no es tarea sencilla. Pues no es posible crear, caracterizar, proporcionar armónicamente, atribuir y dar un mensaje si no se entiende su origen, su contenido ni los criterios a través de los cuales éste se expresa, desarrolla y puede ser modificado.

El Arte tiene la dimensión del ser humano: el arte es conciencia, con ciencia. Sin este inicio sólo se trata de una repetición mecánica y sin conocimiento, de carácter subhumano e involutivo, y sus resultados pueden ser no sólo errados, sino contrarios a la función del objeto anfitrión. Es como pretender cantar en otro idioma sin saber hablarlo ni saber qué se está diciendo. Hace unos meses tuve ocasión de ver un juego de vajilla en cerámica esmaltada que había sido decorada en sus bordes con una colorida y simétrica guarda azteca: lucía bien, pero se trataba de una guarda fúnebre que representaba el paso a una vida de ultratumba y ¿quién dotado de comprensión pondría de buena gana alimentos para mantenerse con vida en un plato con dibujos para muertos? evidentemente el artesano ignoraba el sentido, y temí que mi observación no le agradara.

Los símbolos son el lenguaje universal que supera la barrera de los idiomas, formando parte del Arte Tradicional. Su contenido es metafísico, es decir que trasciende a la forma que lo alberga. Cualquier obra de arte antiguo, sea un objeto religioso, una columna clásica, las pirámides de egipto o de Centroamérica, los ornamentos de un escudo, los arreos del caballo, los vitrales de una catedral gótica o el bordado de una alfombra, tienen o han tenido un significado o razón de ser que está por encima del material que lo constituye, la necesidad vital que satisface o el placer que produce: El de reforzar la función del objeto y servir como recordatorio de que toda forma está impregnada de sutileza, y que lo trascendente se escabulle entre las apariencias.

 

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